Justo en el momento en el que Pepe Mel empezaba a sudar tinta, sus ojos se perdían en el infinito y su garganta quedaba rasgada por los gritos ante el mal planteamiento que había hecho del partido más importante del año para Vallecas y el Rayo, apareció la cabeza de Manolo para darle la vida al cuadro madrileño. Hasta ese momento, el conjunto de Luis García se comportó como un grande. Estuvo sólido en defensa, dominó el esférico y apenas se asustó ante la colección de buenos futbolistas que acumula el Rayo de medio campo hacia adelante.
Empujado por el ambiente de Foietes, que se parecía más al Teresa Rivero que al humilde estadio alicantino, el Benidorm no quiso desperdiciar la oportunidad histórica que le brindaba el duelo para morderle la yugular al principal favorito para el ascenso. Liderados por un eterno Alfredo, el cuadro benidormense provocó que Piti y Pachón se convirtieran en dos pivotes defensivos más. La especulación por la que apostó Mel empezó a costar cara en el ocaso del primer tiempo. Expósito encontró el único hueco que había sobre el verde para colocar el balón dentro de la jaula y dejar la estirada de Tete en una simple foto. El Rayo, perplejo por el ímpetu de su enemigo, ni se inmuto. Sí lo hizo Loro que, entre la euforia y la torrija vallecana, estrelló una vaselina en el larguero.
El Rayo dio un paso hacia delante tras el descanso, más por amor propio que por inspiración divina. Cuando todo apuntaba a que el conjunto madrileño se iba a encomendar a la épica dentro de siete días, apareció la cabeza salvadora de Manolo.
Mel: "Regalamos la primera parte"
"La primera parte la regalamos. Los jugadores se han dado cuenta en el descanso que al playoff no hemos llegado jugando así. No te puedes ir habiendo tirado una sola vez entre los tres palos en 45 minutos. El Rayo no es eso. Estoy satisfecho por el resultado pero me voy con una sensación extraña por la mala primera parte".